El protocolo DHCP establece una configuración predeterminada para el equipo que la solicita, es decir, una
configuración que ha sido definida con antelación para la red o subred en la que están conectados los equipos. La
utilización del protocolo IPv6 permite también otro mecanismo de configuración automática, en el que es el propio
equipo el que decide qué dirección IP va a utilizar, en base a la información que puede obtener de la red a la que está
conectado y asegurándose de que ningún otro equipo la va a utilizar. Aunque IPv6 todavía no se ha generalizado en
Internet, se espera que estos dos tipos de configuraciones coexistan, e incluso se complementen, ya que IPv6 permite
que un equipo pueda autoconfigurar su propia dirección a la vez que obtener el resto de los parámetros de red de un
servidor DHCPv6.
Todos los equipos que se conectan a una red de comunicación basada en la arquitectura TCP/IP
necesitan tener asignada una configuración que incluya una dirección única para identificarlos en ella.
Muchos usuarios carecen de conocimientos avanzados en informática, por lo que no conocen los mecanismos
que se utilizan a la hora de asignar la configuración a los equipos de una red. Estos mecanismos pueden
complicarse mucho más cuando en la red coexisten direcciones IPv4 con direcciones IPv6.
Los equipos de una red pueden obtener su configuración a través de diferentes mecanismos:
nn Configuración manual: consiste en asignar la configuración de red a cada equipo, de forma que
ésta no variará mientras que no se cambie. A esta configuración también se le llama estática.
nn Configuración predeterminada: consiste en asignar la configuración mediante un servidor
DHCP que ya conoce los parámetros correctos.
nn Configuración automática: es el propio equipo el que decide qué configuración de red va a
utilizar, en ausencia de los mecanismos de asignación anteriores. Si se utilizan asignaciones IPv4,
el mecanismo de autoconfiguración se llama APIPA, mientras que si se utiliza IPv6, el mecanismo
se basa en la consulta de los parámetros utilizados en el pasado o la información que facilitan los
encaminadores de la red.
El protocolo DHCP funciona en base al modelo cliente-servidor, de forma que los equipos que desean
obtener su configuración de forma automática (clientes) consultan a los servidores para que se la faciliten.
Puesto que los clientes no saben cuáles son los parámetros que utiliza la red, envían siempre sus peticiones
a las direcciones de difusión 255.255.255.255, que son atendidas por los servidores. Los servidores, por su
parte, mantienen, además de los parámetros de configuración de la red que tienen que facilitar, una tabla
actualizada con las direcciones IP que se encuentran asignadas y las direcciones libres.
El funcionamiento del servicio DHCP en una red no debe verse afectado por las características de los
equipos conectados a ella, el sistema operativo utilizado o la tecnología en que se basan. Esto debe ser así ya
que el protocolo DHCP es abierto y está definido formalmente en documentos que se consideran estándares
(fundamentalmente, RFC 1531).
Un equipo con Microsoft Windows puede funcionar como servidor DHCP si tiene instalado el paquete
necesario. En las versiones de servidor (Windows 2000 Server, Server 2003 y Server 2008), este paquete se
incluye por defecto con los discos de instalación que proporciona el fabricante. En versiones de cliente, será
necesario instalar paquetes de otros fabricantes para disponer de esta funcionalidad (como, por ejemplo,
Dual Server).
En los sistemas GNU/Linux, la mayoría de las distribuciones incluyen los paquetes de servidor DHCP.
Dependiendo de la distribución y versión, estos paquetes se pueden llamar dhcp3-server, dhcp-server,
dhcpd, etc. Estos paquetes contienen, por un lado, el proceso demonio que atiende las peticiones y contesta
con las configuraciones y, por otro, los archivos de configuración necesarios
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